Se trata de una cruz de tipo patriarcal, es decir, con doble travesaño, propia de la dignidad patriarcal que ostenta la catedral de Sevilla. Se inicia en un cañón cilíndrico y moldurado en los extremos, de gran sencillez decorativa. Continúa con un nudo cúbico con cuatro pequeños baquetones angulares con perillas en sus extremos, recibiendo además emblemas arzobispales en los frentes. La cruz presenta un arranque acampanado con hojas lanceoladas, brazos rectos y ensanchamientos trilobulados en los extremos de los brazos menores. Su superficie es recorrida por un ornamento escueto de tipo geométrico intercalando algunos elementos vegetales, y del travesaño inferior cuelga un crucificado expirante