Nos encontramos ante la figura de un Cristo crucificado representado aún con vida, su rostro se inclina levemente ligeramente hacia la deredha y levanta sus ojos en señal de devoción, aceptando el deseo de su Padre. Su cuerpo está representado con gran sencillez, con las diferentes partes bien contorneadas y proporcionadas otorgando un mayor realismo al conjunto. Destacar el paño de pureza que le cubre, sus pliegues están delicadamente tallados y parece que nos encontramos ante una pieza de tela real por el realismo de la talla y por la calidad de ejecución. Es un Cristo de cuatro clavos donde el brazo corto de la cruz es más corto de lo normal, por lo que el cuerpo cuelga más, dando esbeltez y una mayor elegancia al conjunto