Obra pictórica en la que se representa a la Virgen de pie con el Niño Jesús, bendiciendo y con el orbe en una de sus manos, sustentándolo con el brazo derecho y portando un rosario que nos advierte de su advocación, además de la rosa que presenta en la otra, elemento igualmente típico dentro de la iconografía rosariana. Ambos miran fijamente al espectador, ensimismados, con dibujo correcto y minucioso y delicada encarnadura matizada con toques de esfumato. Sus posturas son rígidas, hieráticas y acartonadas, sin grandes alardes de movimiento, algo que sólo queda matizado con el bello y amable gesto del Niño acariciando el rostro de su madre. Las tonalidades son oscuras, con el típico manto azul y túnica carmesí de la Virgen, tal y como está ...