Esta imagen, antaño atribuida a Pedro Roldán, presenta sin embargo los rasgos definidores de la imaginería cristífera de Ocampo: larga cabellera y barba tratadas con minuciosidad (a la manera montañesina), cuello alargado, nariz con el tabique ensanchado, ojos abultados, boca entreabierta con el labio inferior más grueso, manos algo desproporcionadas y tratadas con gran precisión anatómica (como es frecuente en el arte de la Maniera), tratamiento dibujístico de los pliegues de la túnica, modo de flexionar las piernas... Es una imagen, a diferencia de lo habitual en los Nazarenos, de talla completa (si bien se suele recubrir con una túnica de tela para procesionar). La túnica está policromada en color morado y se encuentra ricamente estofada...