Se trata de la representación del que fuera uno de los discípulos predilectos de Jesús y primer pontífice de la cristiandad, San Pedro. El santo se muestra de cuerpo entero, ataviado con túnica de tonalidad azul y manto que rodea su hombro izquierdo y su cintura, en tonalidades amarillentas y rosáceas; ambas superficies están profusamente decoradas mediante la incorporación de elementos vegetales y florales que cubren densa y totalmente las vestimentas. El santo muestra en su mano izquierda un libro, que alude a su labor evangelizadora, mientras su mano derecha se alza sosteniendo, probablemente, la llave de la Gloria celestial, que se constituye en su atributo característico y que, actualmente, ha desaparecido