La situación en Irak se mantiene muy inestable cuando ya han transcurrido ocho meses desde que el Presidente Bush declarase el fin de las operaciones principales. Desgraciadamente, algunos de los peores augurios parecen haberse materializado, y las fuerzas norteamericanas y sus aliados deben hacer frente a un movimiento insurgente que ha sido capaz de asestar golpes notables y de sobreponerse a reveses también importantes. Ahora, tras la captura de Sadam y con la vista puesta en el traspaso de autoridad al Consejo de Gobierno Iraquí en julio de este año, la estrategia y los procedimientos de la insurgencia evolucionarán e incluso puede que su propia naturaleza se transforme. La ofensiva lanzada durante el Ramadán y las consiguientes oper...