Ser mujer, ser hombre, ya no son realidades obvias. Las identidades femeninas y masculinas y las relaciones sociales entre hombres y mujeres responden fundamentalmente a condicionamientos culturales, y no a la tiranía de una supuesta naturaleza biológica, invariable, ahistórica. En los últimos tiempos se ha ido más allá: la sexualidad misma, nos dicen muchas teóricas, es un producto cultural. Últimamente se afirma que inclusive las ciencias biológicas están coloreadas por la manera como se interpretan en determinado momento histórico las identidades y las relaciones de género. En el célebre óleo de Magritte que ilustra la cubierta de este libro, el vestido (o camisón de dormir) nos sugiere la realidad cultural que nos rodea, mientras que la...