No sé que tenga que ver el cuerpo atlético y el movimiento de gambeta del rey Pele con el pasito acicalado y el sombrero ladeado de Gardel, pero donde los vi juntos, dejando caer la mirada en blando tobogán desde la altura de un balcón inexistente, una sutil luz azul neón y cierto aire imantado une las más inverosímiles situaciones, en un espacio donde la ley de la gravedad permite volar y la del accidente no deja que a uno se le parta una pata. Aquí también esta la boa, larga, amarilla y canela, con sus secretos diseños en la espalda, cuya carne rosada y fresca ya puedo oler y alcanzo a sentir su sabor, parecido al del crudo y delicioso salmón que reparten en los aviones, sin llegar a ponerla en mi boca. La culebra esta estirada en sentido...