En 1707 y en el Convento de Santa Clara de Santafé de Bogotá, Jerónima Nava y Saavedra comenzó a escribir su autobiografía espiritual a petición de Juan de Olmos, su confesor. Por tal motivo, fabricó una narración confesional y mística organizada en torno de las experiencias de un individuo que en realidad no era ella. La primera persona del relato se dirige a Olmos, portador de la Ley del Padre, quien controla el punto de vista y el contenido del relato. El sacerdote acata así las imposiciones de la Inquisición que, como se sabe, desde el siglo XIV obligaba a los confesores a pedir que escribieran sus experiencias aquellos fieles que decían tener visiones supernaturales y llamados de Dios. El texto de Nava, por tanto, se halla atado a las ...