Se dice que la historia la escriben los vencedores, pero de ser así, muchos serían los que quedarían en la estela del cometa. Efectivamente, entre los olvidados de la historia “oficial” abundan los perdedores penalizados por ser diferentes, por pensar alternativamente, por sentir o querer sentir más allá de lo canónicamente establecido. Jugando a este juego, la vida de muchos se convierte en un ejercicio en el que nadie es lo que dice ser; la supervivencia es el objetivo prioritario. Perdedores fueron los procesados, pero perdedores fueron también los supervivientes que por la vía del disimulo, del disfraz y de la huida circunstancial, lograron salir del trance sin la muerte o sin el encierro, pero con el estigma de “lo monstruoso” a cuesta...