Desde las últimas décadas del siglo XX, se volvió frecuente la referencia a la globalización del mundo. Aunque la expresión tenía, originalmente, un sentido económico, significando la pretensión a un mercado libre de proteccionismos, no enquistado en fronteras o bloques político-económicos, luego, ‘globalización del mundo’ adquirió un uso más amplio: también la cultura pasaría a disponer de este carácter. No nos preguntemos si, en términos culturales, esa extensión es viable, ni tampoco si es ella deseable. Admitimos que son grandes las posibilidades de que se vuelvan globales las artes directamente vinculadas al mercado, desde luego el cine o la circulación de bibliotecas enteras por medios electrónicos. Pero no es ésta nuestra cuestión, s...