En contra de la teoría realista de la novela, que pretendía ser, en frase de Stendhal, un espejo que se pasea a lo largo de un camino, el reflejo del mundo de los bandoleros, de sus personajes y sus hazañas, ha sido en nuestra literatura harto infiel. Ajenas con frecuencia al mundo terrible de la delincuencia y del crimen, las obras literarias españolas, en sus concreciones genéricas de novela, teatro y poesía, nos han presentado una visión amable, edulcorada, muy mitificada en ocasiones, del bandido de la época romántica, personaje real, sin embargo, que trajo en jaque a las autoridades municipales y militares de la época