La pérdida de confianza en las instituciones de un Estado democrático, el escepticismo generalizado que despiertan los políticos y la justicia en particular, la creciente protesta ciudadana contra un descenso social permanente que afecta esencialmente a los estratos medios y las diferencias en los ingresos y en la riqueza –tradicionalmente enormes en América Latina– convocan a un actor que como ningún otro sabe articular en estos momentos la disconformidad de la gente. No está claro por el momento si los medios se limitan a cumplir esa función articuladora o si, por el contrario, son los propios medios los que a través de la información que brindan y sus diferentes medios y sus particulares criterios de selección y presentación, contribuyen...