En el estudio de las naciones y de los nacionalismos, los procesos culturales han sido analizados a menudo desde su subordinación a cuestiones consideradas más trascendentales, como las cambiantes relaciones de poder político o las grandes transformaciones socioeconómicas estructurales. Recientes trabajos subrayan, sin embargo, que el nacionalismo fue, antes que nada, producto de la capacidad de unas elites intelectuales para impulsar una serie de reivindicaciones culturales desde la esfera pública. Los especialistas coinciden en situar en el siglo xviii, y particularmente en su segunda mitad, un cambio trascendental en lo que podríamos llamar la producción cultural de las naciones. En todo el mundo occidental, miles de erudi...