Para las personas nacidas, criadas y educadas dentro de cierta relativa libertad como ocurre en las llamadas democracias, indudablemente les es odioso y repugnante el absolutismo, el totalitarismo estatal y en un palabra todo gobierno transpersonalista. Es que en realidad de verdad una de las dimensiones más sagradas del hombre es su libertad, su facultad de autodeterminación. Así nos lo enseña la sana filosofía antropológica cuando demuestra que la inteligencia del hombre, como su libertad no pertenecen al mundo del tener, sino al mundo del SER. Lástima que hoy día no se enseñen estas cosas con la profundidad y seriedad académica y científica. Como que la educación moderna solo está para "formar" profesionales de barniz. Pues no otra cosa ...