En la producción dramática de Juan Ruiz de Alarcón, si bien acotada, se presenta un corpus de obras llamativas por su factura y los temas tratados: las comedias de magia. El fenómeno es interesante porque dicho subgénero como tal recién vería su aparición en el siglo XVIII, sin embargo, nuestro dramaturgo con su esbozo exhibe una vez más su particular universo ficcional. Para Alarcón, la magia se erige como el instrumento del engaño, la mentira, cuyos móviles son oscuros y atentan contra la armonía del orden social. Los personajes que participan de los hechizos, pactan con el diablo buscan ascender en las escala social a toda costa, olvidan su origen social, vulneran el necesario e inexorable mandato estamental. Evidentemente, se condenan y...