“Actualmente vivimos en un mundo donde las humanidades sufren una evidente crisis y donde la construcción de sociedades, en las cuales todo se destina a la voraz destrucción del consumo desmedido, es una realidad. El olvido de lo esencial1 y el interés por la facticidad son dos síntomas concretos originados por la falta de reflexión, en consecuencia, la experiencia de darnos tiempo para nosotros mismos, es decir, reflexionar nuestros actos, guardar un momento de silencio, conservar los espacios de solitud, en fin, las actividades que estimulan al espíritu, se convierten en un repertorio de acciones que son vistas como obsoletas, ridículas y hasta despreciables. Por otra parte, “la humanidad actualmente existente...parece incapaz de escuchar...