En 1409, seis años después de la inundación del barrio del Raval de Mar, los mercaderes solicitaron al rey permiso para construir una lonja que “ennobleciera su profesión y la Ciudad de Mallorca”. No fue hasta 1426 cuando el Colegio de Mercadería contrató a Guillem Sagrera para la construcción del edificio. Al arquitecto se le encomendó resolver ambos requerimientos mencionados: la construcción de una gran sala para “ennoblecer” a los mercaderes y la implantación del edificio para “ennoblecer” un barrio periódicamente anegado por el desbordamiento del torrente. La respuesta de Sagrera, junto a una nueva manera de concebir el espacio, como es el caso de la Seu de Mallorca, fue construir el Salón de los Mercaderes, que tenía como antecedente...