La racionalidad occiental ha procedido a una expropiación del ser humano al reducirlo a mera transcendencia congnoscente. La racionalidad occidental ha construido la ficción de un ser humano perfecto y perfectible en virtud de su definición como sujeto de conocimiento. Cumplida la primera década del s. XXI, quizá sea conveniente repensar al ser humano, repensarlo a partir de su constitución no racionlista, de su constitución más propiamente "animal": un ser humano dotado de cuerpo, inmanente, conciente y desenate; un ser humano que es cuerpo-viviente (y por ello, y sólo por ello, pensante) dotado de la capacidad de amar y sufrir, de soñar, de desesperarse; un ser humano imperfecto y mortal. Pensar al ser humano implica pensar acerca de la m...