La victoria de los turcos sobre Constantinopla en 1453 confirmó al enemigo sarraceno como la potencia dominante en el Mediterráneo oriental. Tras siglos de denostación del islam y de acciones bélicas y de cruzadas, ahora el occidente cristiano debía poner en marcha un sistema diplomático que permitiera mantener relaciones internacionales con el poderoso mundo islámico. En estas circunstancias, las artes (y no sólo la literatura) se volvieron a mostrar como un instrumento útil para reconstruir estas relaciones diplomáticas. La retórica basada en la idea de concordia y tolerancia se ofreció entonces como un instrumento muy eficaz; sin embargo, lejos de aproximar a los pueblos y construir una sola nación de pueblos, realmente la nueva retórica...