La publicación en 1965 del influyente ensayo de Donald Judd titulado Specific Objects, puso de relieve que la reflexión norteamericana sobre el objeto de arte, desarrollada desde los años veinte, había alcanzado una identidad propia. Esa particularidad se apoyaba en el empirismo anglosajón y en el interés por la iconografía industrial e ingenieril, que posibilitaron el predominio estadounidense después de la Segunda Guerra Mundial. La potencia formal de las obras públicas y las máquinas se venía resaltando desde principios de siglo en las nuevas instituciones culturales neoyorquinas, con exposiciones y ferias que suponían un reconocible posicionamiento formal y artístico. Después, en los cincuenta, se erigieron diversos edificios con vocaci...