Fue un golpe seco. Veníamos con la inercia que da la aceleración de los días y de un momento a otro el mundo se detuvo. Literal. Para muches. En todas partes. Para siempre. O para nunca. Esos modos de nombrar el tiempo perdieron sentido. A la fantasía de la linealidad y los proyectos para adelante se opuso la realidad de la circularidad. Hace días que nos movemos en círculos. Y los planes han quedado suspendidos en un limbo que parece tener principio, pero no fin. Ya no nos preguntamos cuándo sino cómo. ¿Cómo será volver? ¿Dónde vamos a volver? Quizás también ¿desde dónde vendremos? Porque como en las series de ciencia ficción, el demogorgonestá ahí fuera. Y no es gigante ni viscoso. Es microscópico y letal. El Estado regulador de las condu...