A nuestro lado estaba la poesía, el poder provocativo que nos uniría por siempre. Eran los años 70 y la amenaza nuclear, el desequilibrio ecológico, la sociedad de consumo, la crisis de las ideologías, las ausencias del día a día, los amores y los desamores nos hilvanaban cada vez más a Beñsso, una mítica ciudad atravesada por un río y mil voces obreras, que reclamaban en la geografía de sus calles. Éramos versos en desarrollo, sentíamos ser poetas y buscar la voz que nos alejara del epigonismo para fundar otra mirada. Tiempos sumados al tiempo en los que todo se discutía y se defendía: una coma, la cultura, las repeticiones, los autores, las poéticas, los escombros del poema, la dicción y la libertad. Fue en aquel legendario taller “Alm...