Fundación Grupo Pórtico. Tejer el lugar

Historia y lugar serán no sólo la génesis del conjunto proyectado sino incluso conceptos participativos en el propio fin del edificio como ente funcional. Estas peculiaridades hacen del ejercicio proyectual una cuestión extraordinariamente vinculada a las circunstancias urbanísticas del emplazamiento. Del análisis del entorno físico y urbano ya se ha deducido la necesidad de consolidación del barrio con una intervención que colonice el espacio dando sentido al vacío de la plaza de los claustros al tiempo que consiguiera vincular y posicionar el edificio existente en el espacio de su recinto histórico. El edificio se mantiene no por un valor monumental sino por su condición de pertenencia al lugar y su valor arquitectónico, es un elemento ya construido, con una estructura sólida, que puede albergar parte del programa de necesidades que se solicita. Frente a este objeto, ahora posado sobre un lugar ajeno, aparece el espacio colonizado con un tejido emergente de un estrato anterior que cose el edificio a la plaza, conformando un espacio que se recorre comenzando en el momento actual, la ciudad moderna y la sala de exposiciones temporales junto a los talleres de los artistas que ahí exponen y trabajan; y finalizando en el ascenso tras la visita a la exposición permanente del Grupo Pórtico, a la plaza interior del Centro de Historias, la plaza de los Claustros, con el descubrimiento de la ciudad antigua y del recinto al que pertenecía históricamente el edificio. Se construye en el espacio vacante un nuevo lugar como episodio más reciente de la historia de aquel suelo que debe albergar no sólo el museo dónde se expone la muestra y trayectoria del Grupo Pórtico, sino que se construye una Fundación que da la oportunidad a artistas contemporáneos a evolucionar y mostrar públicamente su obra como el episodio más reciente del Arte en el que el Grupo Pórtico supuso un punto de inflexión y partida. Se aúnan así la necesidad de escuchar al lugar y construir sobre su memoria para ofrecer un espacio público contemporáneo como ya anunciaba Alexander Pope tres siglos atrás, con la de ofrecer un espacio de calidad que sirva de telón a la obra pictórica del Grupo Pórtico y de artistas contemporáneos. Para ello se recurre a la memoria del lugar como generadora del proyecto, las líneas históricas que fueron las directrices de su configuración actual emergen como los trazos negros en las composiciones del año 1950 de Aguayo, Lagunas y Laguardia, siendo las que construyen el espacio y lo organizan, consiguiendo hacer de la experiencia y la visita de este una secuencia narrativa desarrollada en el tiempo a través del movimiento