Aquí convertida en altar cercano al cielo, esta sierra donde el moro no pudo poner su pie, en la mañana radiante del día 8 de Septiembre del año del Señor de 1952, entre aclamaciones ardientes de 30.000 navarros devotísimos de su Madre del Cielo, murmullo de cadenas arrastradas en tono penitencial, tierra hollada con estigmas de pies descalzos y sangrantes, pleitesía de campanas y estampidos jubilares, rebrillar de vieja plata de 28 cruces parroquiales que presidieron la marcha de otras tantas caravanas de penitentes entunicados y con cruz al hombro; suelta de un enjambre de palomas cautivas que, sobrecogiendo el ánimo de todos los circundantes, renuncian a su libertad, aún en medio del fragor de la pólvora y […] van a posarse a los pies y ...