A raíz de los ataques terroristas del 11 de Septiembre de 2001, ha aumentado el temor social frente a posibles agresiones con armas biológicas. Ello ha desencadenado un discurso y una movilización de recursos para el uso tanto defensivo como disuasivo y ofensivo, para contrarrestar estas amenazas. Muchas de estas medidas involucran, a su vez, la investigación y producción de elementos biológicos, y la salud pública ha sido convocada para participar en estos esfuerzos estratégicos. La participación de programas sanitarios se contradice moralmente con tácticas militares y debiera limitarse a la protección sanitaria de la población presuntamente amenazada, tarea ya difícil dados los diversos imponderables que se presentan. Los recursos adicion...