Cuando se trata de desigualdad social y marginalidad, habitualmente hacemos alusión al chiste irónico arriba colocado, no obstante y aunque suene a chiste, es lo que se persigue en el fondo, en un afán por lograr una igualdad inexistente entre individualidades. En ese sentido cabe cuestionar, en qué medida la llamada desigualdad social o la marginalidad pueden existir, ya que al estar inmersos bajo un imperativo de consumo, bajo el cual nada escapa a la esfera de lo económico y a la idea de “desarrollo” –aunque este también sea un término sospechoso, ya que su definición depende de los tiempos y del lugar en que se vive – que se maneja en esta parte del mundo, se puede afirmar que nada escapa a la impronta capitalis...