Decía Mallarmé que todo existe para convertirse en libro. Exageraba, claro. Pero los escritores sabemos bien que ese díctum del célebre poeta francés no estaba tan lejos de la verdad; o al menos de la certeza que no pocas veces tenemos los hacedores de mundos de ficción, en el sentido de que cualquier cosa que alimenta la realidad y es percibida de cierta manera por el creador, es susceptible de transformarse en literatura sabiendo manejar adecuadamente los ingredientes que, estando en el inicio de la experiencia humana, pueden llegar a poblar también, a su manera, la obra literaria. Pero hacerlo a la manera de la obra misma, se entiende; que no es más que una mezcla imprevisible de la voluntad de estilo del autor y de la necesidad del hech...