Superponer la identidad de la ciudad a la infraestructura genérica

La identidad de Madrid la componen sus edificios reconocibles, ya sea por su geometría, su solución constructiva y estructural o su individualidad. Son aquellos que destacan sobre el resto y permiten ser identificados como propios de la ciudad. Estas singularidades se disponen por Madrid de este a oeste y de sur a norte hasta llegar a Chamartín, donde tenemos que incorporar la nueva Estación: una infraestructura añadida a la ciudad que no debería ser genérica. El ejercicio desarrollado es la propuesta de una infraestructura en la que se reconozca la historia de su ciudad. Que no sea genérica, si no que concentre especialidades. El diseño ya no va a ser indiferente a debates formales, como defiende Stan Allen en su texto Infraestructuras Urbanas. Según sus proposiciones, es un error pensar que las infraestructuras pueden permitir nuevas libertades, pero el ejercicio que se presenta propone nuevas formas y soluciones respaldándose en su última frase: En el urbanismo infraestructural, la forma importa, pero más por lo que puede hacer que por su apariencia. El proyecto se debe entender como una presentación de la ciudad que potencie su carácter, una infraestructura que proyecte la imagen de Madrid, aprovechando su ubicación para asumir la responsabilidad de convertirse en su nueva puerta. Se desarrolla un sistema que toma como herramienta de diseño en las geometrías extraidas de las tipologías constructivas identitarias de Madrid y la infraestructura como el conjunto de reglas que caracterizan un intercambiador. La respuesta es un ejercicio formal, una especulación espacial, una superposición de la identidad de una ciudad a una infraestructura genérica: Un Capricho. Por definición, una obra que por medio del ingenio y la fantasía, rompe con los modelos acostumbrados