Hasta hace apenas unas décadas, la palabra “cultura” se refería principalmente a las manifestaciones artísticas y literarias de las élites intelectuales. Era una especie de rótulo asociado a la exquisitez y el refinamiento de quienes tenían el privilegio de “cultivar” su espíritu y su mente. De ahí que fueran muy pocas las personas a quienes pudiera acotarse el calificativo de “culto”. Con el tiempo, sin embargo, el término se ha ido enriqueciendo hasta abarcar cada una de las expresiones propias de una comunidad: una especie de compendio de cuanto son capaces de construir los hombres para darle sentido a su mundo