Tras unas semanas de trabajo fecundo, se clausuran hoy las tareas de este Congreso Internacional de Pedagogía, en el que me corresponde ahora el alto honor de poner con mis palabras un colofón de resumen a vuestras deliberaciones. Mas, antes de entrar en materia, me interesa agradecer la colaboración que al Congreso han prestado las insignes personalidades que, hace unos días, en Santander, y hoy en esta bella ciudad donostiarra, han concurrido a realzar la importancia de sus sesiones. Su presencia en ellas es la mejor contribución a este certamen, que, felizmente, tan copiosos frutos ha alcanzado en el campo de una Pedagogía que, por estudiarse al calor del espíritu de España, está vinculada a la más pura y ortodoxa doctrina cr...