Antropologí­as ecológicas del Uruguay y la región. Miradas sobre las relaciones ambientales de los humanos en el antropoceno

E n un presente de creciente conciencia acerca de los efectos de la acción antrópica sobre los ciclos biogeofísicos a nivel planetario, de cambios éticos en los vínculos con otros seres vivos y la extensión y profundización de confl ictos y controversias socio-ambientales-principalmente por injusticia ambiental y desigualdad en la distribución de la riqueza-, la antropología se encuentra en un lugar privilegiado para comprender y revisar los procesos de humanización de la naturaleza y de naturalización de la sociedad. Podemos llamar inicialmente como antropología ecológica al campo de investigación y refl exión orientada a comprender los fl ujos materiales, energéticos, simbólicos y afectivos de los humanos con las cosas no humanas en la historia y la geografía. Claro que esta distinción entre lo humano y no humano se ha vuelto problemática en este siglo XXI, pero creemos que continúa siendo fértil como punto de partida para describir diversidades y comunalidades en la vida social. Por eso en la convocatoria al dossier de esta TRAMA 8 se llamó a trabajos sobre las relaciones humano-plantas y humanos-animales, sobre las relaciones de los humanos con la atmósfera y otros medios (como el agua), y acerca del biopoder en la transformación de la naturaleza. Es decir, estudios sobre los fl ujos, vínculos y confl ictos entre las personas y de las personas con sus naturalezas externas. El resultado del dossier es un enredo, una lectura rizomática, que por momentos se cierra para nuevamente volver a abrir fronteras conceptuales y geográfi cas o temporales. En este número de Trama el lector no encontrará a primera vista un hilo fácil de orientación; hay una multiplicidad de planos donde construir y deconstruir la fundante relación sociedad-naturaleza de la antropología moderna. Para ello es necesario no solamente centrarse en el dossier, sino que las demás secciones de TRAMA 8 son coherentes con esta búsqueda de mayor comprensión acerca de los cruzamientos de los humanos y lo(s) no humano(s). El más tradicional de los enfoques desde un naturalismo dualista "occidental" lo plantea Elena Castiñeira Latorre con su reseña histórica de los estudios etnobotánicos en América Latina y Uruguay, acompañado de una sugerencia metodológica para desarrollar colecciones etnobotánicas que incluyan creencias, conocimiento y las prácticas de las personas hacia las plantas. Ahora bien, ¿para qué se precisa de esta ciencia que permitiría que "los materiales de referencia botánicos pueden ser asignados a una entidad taxonómica adecuada y ser debidamente conservados junto a los metadatos asociados"? La respuesta de Castiñera apunta a salvaguardar la diversidad biocultural del continente, a través del empoderamiento de las comunidades que reproducen la "etnobiodiversidad", amenazada por la apropiación privada de la biopiratería corporativa. Desde aquí podríamos navegar hacia el mar de la ecología política con el trabajo "La semilla como símbolo de lucha y resistencia", en el cual Leticia Poliak describe La Red Nacional de Semillas Nativas y Criollas del Uruguay a partir de uno de sus nodos en el departamento de Treinta y Tres, en la región este del país