La cruz de maiz. Politica, religion e identidad en México: entre la crisis colonial y la crisis de la modernidad

En la sucesión de los acontecimientos que han caracterizado la historia de México entre las llamadas edad moderna y contemporánea, ha estado presente un determinado hilo conductor: los incesantes intentos de la élite y de las instituciones por impulsar los procesos de modernización políticos, económicos y sociales para la construcción, enfrentamiento y la contaminación verdadera y propia del "sistema-mundo." Esto ha producido en la historia mexicana, como si se tratara de un basso continuo, una confrontación dinámica, generalmente silenciosa, a menudo turbulenta, de trazos violentos, pero sobre todo profundamente sincrética entre los distintos procesos de construcción de la identidad. Principalmente, se ha tratado de procesos abiertos o porosos con respecto a las influencias externas pero que, al mismo tiempo, comparten un claro objetivo: la traducción de los impulsos utópico-identitarios, endógenos o exógenos, en un proyecto político-social y burocrático-institucional, lo suficientemente ambicioso para situarse en un horizonte de construcción nacional. Las grandes categorizaciones de la historiográfica mexicana - el dualismo "espada-cruz" durante la época virreinal del Patronato, la disputa entre conservadores y liberales en la etapa posterior a la independencia, la génesis e institucionalización de las grandes corrientes de las grandes corrientes (modernista espiritualista, anarquista, realista, bandolerista, primitivista, agrarista, constitucionalista, norteña, sureña, sonorense etc.) durante la revolución, la lucha anticlerical y católica de la época cristera, entre socialistas y sinarquistas durante el cardenismo, entre indigenistas y desarrollistas en los años del auge económico, entre liberales y tercermundistas en los años setenta, hasta que la disputa entre los postmodernistas y los años de lucha contra la globalización del TLCAN- han ofrecido claves importantes para la interpretación del fluir de los acontecimientos, pero aún no han resuelto los escenarios más complejos. El objetivo principal de este trabajo es un intento de establecer un dialogo interdiscplinario entre distintas propuestas historiograficas, y por ello converge exactamente de este cruce: buscar unos pequeños ejemplos representativos de «sistemas mundos» contropuestos en el sentido de una historia de largo plazo y generar una discusión sobre las creacciones, contaminaciones y aterrizajes de estas experiencias. Para intentarlo - en la primera parte dedicada a la época colonial y de la indipendencia decimonónica, y en la segunda que atteriza y profundiza las distintas etapa del siglo XX - las investigaciones se pusieron el objectivo común de analizar, valorizando fuentes de archivo inéditas, a través de casos específicos, las transformaciones de las relaciones entre la esfera política y religiosa, de los procesos de resistencia y modernización, de la construcción de identidades, alrededor de lo que se ha denominado “la construcción de la nación”. Naturalmente, esta experiencia será parcial y limitada. Aquí se han elegido algunos casos que representan investigaciones específicas con diferentes periodizaciones, horizontes geográficos y fuentes utilizadas, pero que comparten una lógica de fondo. Aquí, de hecho, está el reto de hacer historia: poner juntas y ensamblar las piezas de un mosaico, desafiando la fugacidad y heterogeneidad de las fuentes documentales (escritas, orales, notariales, institucionales, religiosas, publicaciones periódicas, literarias, agiográficas, políticas, primarias y secundarias, materiales e inmateriales etc.), y la fragmentación de los archivos, para tratar de tejer un hilo que en la narración asuma vitalidad propia. En este caso se trata de diez historias, a las que se habrían podido añadir otras muchas, pero que están vinculadas entre sí por una sólida idea de base: reconstruir diez ejemplos de "sistemas mundo», en ocasiones aparentemente antitéticos y representativos de intereses, culturas y poderes distintos pero que, sin nunca vencerse y borrarse completamente han confluido en el conglomerado identitario y, en cierto sentido, “barroco” de la idea de nación mexicana