IMPORTANCIA DE LA PRESERVACION DEL LUGAR DE LOS HECHOS

INTRODUCCIÓN Hoy día, como siempre, y acaso mas que nunca, el jurista y el aplicador de la norma han de vincular sus preocupaciones, nutrir sus tareas, con el trasfondo político –en el mas amplio de los sentidos- que hay en el Derecho. A esta necesidad no escapan el experto en criminalista, el penalista, el procesalista penal, el penitenciarista. Por el contrario, estas especialidades, por versar sobre la zona mas sensible de los derechos humanos, exijan en quienes las cultivan, las explican, las trasladan a la vida real, un criterio mas fino y penetrante (asistido por el humanismo, por la ética y por la ciencia) acerca del origen, el significado y el destino de su misión. Ello haría del experto en criminalista y del penalista más un civilizador que un sancionador. El Derecho es, sin duda, un sistema de expresión y preservación de cierta orientación política, al través de la administración de justicia. En esta cobra un dramatismo peculiar la esencia política del Derecho y con ella se custodian, implícita o explícitamente, los objetivos, los programas y los grandes compromisos de la comunidad y del Estado. De ahí la naturaleza relativa del orden jurídico; de ahí su contacto estrecho y permanente con la historia; de ahí su articulación con el lugar y el tiempo, cuyas modificaciones a veces invalidan, de un golpe, las formulas mas prestigiadas y los hallazgos que pudieran parecer definitivos. El Derecho –y destacadamente su vertiente penal- es un método para el control social. Late en su entraña la idea de conflicto, que aparece en la noción de la contradicción de intereses, que con la excelencia de su pluma trabajara FRANCISCO CARNELUTTI. Semejante contradicción –tal vez el único dato medular, el único inderogable y permanente del Derecho, el que le dio nacimiento cuando dos hombres, por primera vez, entraron en contacto, y potencialmente en conflicto: ROBINSON CRUSOE Y VIERNES en la isla de Juan Fernández- se ha de resolver mediante la convención o al revés de la represión. La convención es, por decirlo de algún modo, el horizonte mayor y rutinario, el normal, el fisiológico, del aparato normativo, y se despliega perfectamente en los órdenes constitucional e internacional, que componen el supremo pacto político interno y externo; civil que consigna la convención domestica; mercantil, que expone el pacto económico; laboral que concreta el compromiso moderador de la lucha de clases. Todos estos órdenes, sin embargo, proceden con cautela: expresan los supuestos consensuales, pero también advierten en torno a las sanciones