LA CASA MORELIANA DURANTE EL PORFIRIATO

El estudio de las ciudades va más allá de un simple análisis urbanístico, arquitectónico o social; todo aquel que pretenda acercarse a ella, palparla y olerla, tendrá que estudiarla como un todo, poniendo atención a todos sus elementos para poder concebirla. El periodo porfiriano a pesar de ser por muchos intelectuales estudiado presenta nuevos retos, sobre todo en lo que refiere al estudio de su arquitectura por ser durante este periodo cuando se gestaron una gran variedad de estilos y de nuevas tipologías que influyeron directamente en la arquitectura doméstica.. Los contrastes que se generaron al interior de los distintos estratos sociales lo hacen más complejo e interesante. Así la casa fue el reflejo de teorías, reglamentos y voluntades ciudadanas que fueron forjando poco a poco el paisaje de la ciudad, mostrando así lo intangible, lo que va más allá de los meros diseños arquitectónicos, poniendo al descubierto la interacción de las relaciones sociales, sus atributos ideológicos, simbólicos y figurativos. Morelia cuenta con una rica tradición arquitectónica que inició en el siglo XVI con la construcción de los primeros conventos1, ya en el siglo XVII se tornó manierista y las construcciones de la antigua Valladolid del siglo XVIII en su mayoría se adaptaron al estilo barroco, incluyendo en éstas a la arquitectura destinada a la vivienda. Durante el siglo XIX el panorama constructivo se volvió diferente, la consolidación de la ciudad independiente cambió parte del enfoque arquitectónico, por lo que estilos como el neoclásico empezaron a ser bien acogidos y considerado como el ideal para la sociedad de este tiempo. A raíz de las Leyes de Reforma la renovación en la arquitectura comenzó hacerse más palpable, con la venta de solares que correspondieron a la Iglesia; sin embargo, fue hasta el periodo porfiriano cuando el auge constructivo adquirió un carácter importante impulsado por la idea de modernización del país, que pretendió alcanzar una imagen progresista como lo fueran en ese entonces los países europeos. Para tal tarea tomaron como bandera al positivismo como línea filosófica a seguir, esto se vio favorecido por la “estabilidad y la paz” que poco a poco provocó una activación del comercio, así como el surgimiento de nuevas necesidades, el inicio de incipientes industrias y un desarrollo arquitectónico, en las que se incluyeron las mejoras urbanas, las cuestiones de sanidad y el embellecimiento de las ciudades. Para tales fines se tomaron a los neo estilos2 o revivals (neoclásico3, neogótico4, neorrománico5, eclecticismo francés6, art nouveau7, romántico) como los ideales para las construcciones civiles -públicas y privadas- de este periodo, que denotaban un símbolo de distinción, de belleza y progreso.La variedad de estilos que comenzaron a ser utilizados en Europa y en el país, se incorporaron al panorama arquitectónico de la ciudad de Morelia, los cuales fueron producto de un proceso histórico que reflejó una parte importante de nuestras raíces culturales, costumbres, relaciones sociales e ideologías de los distintos momentos de las sociedades que nos precedieron. En esta afirmación radica la importancia de estudios sobre la historia de la arquitectura y de la sociedad del periodo porfiriano que nos permitan conocer mejor los procesos históricos que dieron origen a la riqueza patrimonial de la ciudad. La arquitectura moreliana del siglo XIX es de gran variedad y convive armónicamente con la arquitectura colonial en nuestro centro histórico; sin embargo parte de esta arquitectura ha sido discriminada como la causante de la desaparición de gran patrimonio colonial, se le ha considerado como una arquitectura que subestimó lo propio a favor de lo extranjero, siendo poco estudiada y posible presa de la desaparición al carecer de estudios que defiendan y legitimen su existencia como parte de un proceso histórico local, nacional y mundial, existiendo así un hueco en la historiografía de la arquitectura de nuestra ciudad ya que muchos de estos estudios se han enfocado a estudiar el patrimonio edificado durante el periodo virreinal, contando con pocos estudios que aborden a la vivienda como parte del patrimonio edificado durante la época porfiriana y a la sociedad como generadora de estos espacios habitables