La perspectiva social de la época en la novela La princesa del Palacio de Hierro de Gustavo Sainz.

La literatura como vivo testigo social, se nutre de los hechos para crear, a partir de ellos, historias que la ficción retrata a su muy particular manera. Muchas de las veces la literatura se atreve a entrar en los mundos reales y profundos de la sociedad para desentrañar historias un tanto cuanto lejanas a nosotros y estas historias atraen nuestra atención por el simple hecho de ser ajenas. La literatura incrusta, recapitula, indaga, se distrae, conversa dentro de esos mundos en los que ni la dura acción del tiempo cambia su sentido, todo en pos de permanecer, a través de lo que se pueda pero con la clara intención de que el estar ahí significa existir desde y para siempre, siendo todo y nada a la vez. La Onda, como fue bautizado el movimiento que incluyó a escritores como José Agustín, Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña, surgió a mediados de los años sesenta como el supuesto retrato de un mundo hasta entonces inédito, eso si, en tono de desenfado y cargado de una rebeldía caracterizada en sus personajes, personajes que se reunían en cafés y otros lugares para intercambiar información de sus ligues amorosos, de sus conflictos familiares, o simplemente para hablar de rock, de películas, para alburearse, para mentarse la madre, para fumar marihuana y despotricar contra la familia, el gobierno, la religión. Siendo que esos lugares se convertían en sus pequeños escondites, trincheras secretas, espacios privados y desconocidos en los cuales nada entraba sino había autorización de por medio, sino se compartían ideas y sentimientos los cuales acercaban a los individuos hacia el grupo y que, al final de cuentas, se reconocían como comunes. Pero La Onda va mucho más allá del cliché idiomático, conlleva connotaciones de mayor alcance pues retrata gran parte de los modos de vida, inquietudes y propósitos de los jóvenes sesenteros −y posiblemente de los de finales de la década procedente−, que podrían resumirse en el concepto de rebeldía ante los modelos sociales, familiares y hasta políticos establecidos