El trabajo interpela la construcción simbólica de Roma y la romanidad como factores de afirmación del poder del fascismo, especialmente luego de proclamarse la creación del Imperio en 1936. Dentro de ese marco, se indaga el papel jugado por la ciencia al legitimar la directa correlación de aquel universo simbólico con una praxis que exaltaba la superioridad racial atribuida a los herederos de una Roma milenaria. Se buscan así las articulaciones que presenta el discurso eugénico con el ejercicio del poder, al sostener científicamente una "biología política" en la que estaba inmerso el racismo fascista. Roma era la esencia de un Imperio que renacía después de quince siglos y entre su legado histórico y los nuevos escenarios creados por el fas...