Existe un creciente consenso en el mundo académico respecto a que el paradigma que ha inspirado el surgimiento del mundo moderno enfrenta una profunda crisis. Muestra de ello son la imposibilidad hasta ahora de dar cuenta de problemas endémicos de la humanidad que la modernidad ofreció resolver: guerra y violencia (fraternidad); pobreza e inequidad social (igualdad); y opresión (libertad). Más aún, los progresivos estragos sociales y ambientales de la sociedad mercado-céntrica señalan la necesidad de virar hacia formas alternativas de organización social y económica con más urgencia que nunca