La crítica del concepto de origen conduce, según algunos de los postulados de la arqueología filosófica, menos al abandono de ese concepto que a una disposición a percibir los rastros de su persistencia. Una imagen (el Big Bang) permitió a Sarduy (1974) y luego a Agamben (2008) pensar esa persistencia : el origen es luz y sonido que, productos del estallido primero, siguen llegando a nosotros. Una de las formas de lo originario, la infancia, leída desde el punto de vista de la experiencia (Benjamin), participa de una temporalidad a la que un concepto como eón (en la versión que propone d’Ors, 1935) le hace justicia. Dos novelas argentinas de 2012 (La sucesión de Cynthia Edul y El amor nos destrozará de Diego Erlan) permiten volver a pensar ...