El presente artículo propone una reflexión acerca de las posibilidades de concebir el barrio como un “común” (bien común, espacio común) a través de las prácticas y acciones colectivas que producen la vida barrial y que simultáneamente instituyen un orden político particular. Se sostiene que gran parte de la producción de este espacio se hace fuera del ámbito del mercado y de la regulación pública centralizada y que se materializa por medio de las prácticas de los residentes. Estas pueden expresarse en actos cotidianos y de pequeña escala o en acciones de mayor alcance y articulación, que permiten hablar de gobernanza del territorio como común. En un contexto en que la capacidad de cogestión ampliada está marginada por los efectos de una mo...