Guzmán de Alfarache y el caballero rico de galeras: claves melancólicas de la clausura del relato

Bajo la simbólica tutela del exemplum de los caballos que se revuelcan, el lector asiste, en el último capítulo de la Segunda Parte del Guzmán de Alfarache al azaroso e inimaginable decurso existencial del protagonista como “forzado de satisfacción” de un poderoso caballero rico vinculado al capitán de la galera. El cómitre se verá conminado por cuestiones jerárquicas y estamentales a declinar el vínculo privilegiado que, sagazmente, el pícaro había sabido urdir en propio beneficio en su condena final al tiempo que, como era de esperar, el nuevo “propietario” de su existencia comienza a comunicar ”cosas graves de importancia” con el forzado. Guzmán deviene consejero de la melancolía del caballero rico y en el hilván de sus relatos morigerantes de este humor malsano se devela, subrepticiamente, sombría meditación sobre la experiencia, la historia y la propia narración