Imposible violar a una mujer tan viciosa : régimen de victimidad en la atención a la violencia sexual en Bogotá

La presente investigación, narrada en primera persona, busca explorar los precarios caminos que se abren una vez se denuncia la violencia sexual e inicia El Proceso kafkiano de "restitución de derechos". Preguntándose por las implicaciones de ser nombrada víctima y los mecanismos que se despliegan una vez se habita esta categoría. Desde un anclaje autoetnográfico y feminista el trabajo inicia recorriendo los derroteros de la literatura académica, médica y legal que se produce respecto a la violencia sexual en Bogotá contrastándolos con la experiencia vivida. Para luego proceder a identificar una maquinaria social, simbólica y material que se articula mediante las leyes, el discurso experto, las expresiones de los medios y las prácticas cotidianas, que, en contra de la premisa institucional, emite un veredicto previo juicio: es imposible violar a una mujer tan viciosa. Finalmente, se exploran las posibilidades políticas que se habilitan para las personas violadas al resistir ser catalogadas como “víctimas” o “sobrevivientes”. Todo ello en el lenguaje soez que solo los Estudios Culturales pueden permitir.The following paper seeks to explore -from a narrative in the first person- the precarious path that must be taken once sexual violence is reported and the start of the Kafkaesque Trial for the “reparation of rights”. In detail, I will explore the implications of being called a victim and the various routes that are set up for them. Drawing from a feminist and autoethnographic perspective, this paper starts by tracing academic, medical, and legal literature on sexual violence in Bogotá, Colombia, and contrasting them with the actual lived experience of the victims. Then it proceeds to identify the social, symbolic, and material mechanisms channeled through laws, expert discourse, media expressions, and daily practices which, contrary to institutional premises, issues a verdict prior to the trial based on preconceived social stigmas: “she’s so depraved, you can’t rape her.” Finally, the research explores the political possibilities that become available for rape victims by resisting begin categorized as “victims” or “survivors.” All this in the foul language that only a Cultural Studies program may allow