Desde el recuerdo de una película y la imagen de unos niños suspendidos en el aire, comienza este artículo a hablar de la libertad que todos los niños viven en sus sueños, cuya realidad se representa en el circo. El circo, como ese mundo donde hasta lo más imprevisible y loco es posible, se asemeja al arte, que también transita entre la realidad y los sueños, esa zona de los juegos de los niños y los amantes. El vacío del centro de la carpa (donde no prima la totalidad, sino los detalles y la autonomía salvaje) permite convertir al circo en metáfora del arte moderno, que anda sin centro, deambulando sin causa ni objetivo