La población de estas islas mediterráneas, en su mayor parte campesina, pero con una importante minoría de pescadores y marineros, llevaba una vida próxima a la naturaleza, a las estaciones, al calendario y al mar. Vida dura, ruda, difícil, a menudo espartana y pobre. Una vida en que predominaba el trabajo, jalonada de períodos de sequía y de hambre, y en la que se daban libre curso el amor, la envidia, el odio, la violencia, a veces la muerte. Una vida bastante primitiva, que transcurría a nivel del suelo, muy cerca de la gleba, entre los cereales y las habas, las ovejas, el cerdo y las gallinas, una vida sencilla y algo monótona en la cual de vez en cuando se encendía la llamarada de la pasión. Vida casi elemental, con sus emociones ingen...