Me sorprende que mi padre y mi suegro tengan una memoria tan buena. Se acuerdan del año, el mes y hasta el día en que ocurrió cierto asunto. Cuando me cuentan ciertas cosas de su historia, eso empieza a hacer parte de mi memoria y mis recuerdos. Seguramente lo que yo considero allá en mi pensamiento no es lo mismo de ellos, pero me regalan un poco de su devenir. Y justamente en ese proceso mental es que puedo mirar mi pasado y darme cuenta de que hay unas cosas que para mí son sorprendentes. Tal es el caso de mi niñez y, en general, de nuestra niñez. De solo pensarlo, lo veo lejos, como si hubiera pasado hace mucho más tiempo del que pasó, pero si llego a ver una foto de ese evento, empiezo no solo a recordar sino a sentir cosas que quizá f...