Escribir sobre la delgada y blanda cubierta de cera implica un gesto muy próximo al de la oralidad y esto puede explicar la presencia de este artefacto proteico cuyo destino último es permanecer a la espera como un receptáculo vacío con escrituras latentes, un espacio siempre disponible, infinito a pesar de caber en un puño. ¿Por qué digo esto? Es probable que la mayoría de los griegos y latinos cultos haya deseado que la escritura fuera un medio transparente y sin densidad material, capaz de liberar la palabra viva e incontaminada tan pronto como una voz se prestara a sonorizarla. Pero en lugar de ello, la escritura se ofrece como un filtro que solo conserva residuos de la voz, como una materialidad que entorpece la vivacidad del pensamien...