Proponer un atlas de la poesía conlleva ciertos riesgos. En principio, abandonar (aunque no excluir) una visión lineal de la historia de la poesía: correr el velo protector de Cronos, quedar a la intemperie, bajo el cielo nocturno. Pero también restituir el poema a un lugar esencial, no por más originario o fundamental, sino por más precario y decididamente disruptivo. El proyecto de un Atlas poético supone, además, una reconfiguración de la poesía en relación al tiempo, al espacio, al sujeto; en suma, un replanteamiento del vínculo, complejo pero ineludible desde Aristóteles, entre poesía e historia. Basta leer el prólogo del Atlas de la poesía argentina para percatarse que una figura, entre varias mencionadas allí, ha funcion...