La televisión empezó a envejecer con el video tape; hasta ese momento fue siempre joven, no tenía pasado. Al cine, a la literatura, a las artes en general, las conocimos junto a su pasado: allí Eisenstein convive con Tim Robbins y Bottero con Miguel Ángel. La televisión era virtualmente perecedera, no dejaba sino unos pocos rastros de su historia en fotos y escrituras. Como en el cuento de Alejo Carpentier, los medios avanzan hacia su juventud, se los ve cada día más jóvenes y hablando como jóvenes y digitales, dejando atrás la querida torpeza de lo analógico. El cine siempre nos ha mostrado sus arrugas: desde que era mudo y blanco y negro, sin elección posible en el tamaño –en su normalidad bidimensional–, el primer cine nació y empezó a e...