Un hombre cabalgaba al sur una mañana de 1898. El hombre se llamaba Tulio Varón. Montaba un caballo moro. El caballo se llamaba Sueño
Si alguna vez existió rivalidad entre costeños y cachacos, de rectificar ese concepto se encargó una...
El viento se convertía en murmullo contra las hojas de los cañaverales y contra los techos semipelad...
Así como el sueño de los hambrientos está poblado de apetitosas viandas, misia Cruzanita Romero vaga...
Un hombre cabalgaba al sur una mañana de 1898. El hombre se llamaba Tulio Varón. Montaba un caballo ...
Se tendió sobre el prado, bajo la sombra de un árbol, tal como lo habían hecho otras personas. Mient...
Iba descalzo y tenía la cabeza rapada. Metió una mano en el bolsillo del pantalón y volvió a contar ...
La cabaña, propiamente dicha, estaba construída a cuatro metros sobre el nivel de la arena. No le fa...
Poco después de que Eladio Roa murió, todo el mundo habló de él durante varios meses. En realidad n...
No recuerdo si usaba zapatos, solo que era una época difícil para la familia. Una racha de mala suer...
Los grandes hombres de acción tienen una falla en la que radica su fuerza y su perdición: creerlo to...
Demasiado terco para percibir el paso del tiempo, Alejandro Obregón ha logrado que su furiosa vitali...
Estaba sentado, entre el umbral y el patio, pensando en la lluvia. La lluvia, siempre la lluvia.Pero...
Copia digital. Valladolid : Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 2009-201
Tiempo de guerras perdidas. La novela de la memoria I. José Manuel Caballero Bonald. Anagrama, Barce...
Cuando Ataulfo salió a la calle, libre ya de todas las enfadosas discusiones que lo habían tenido oc...
Si alguna vez existió rivalidad entre costeños y cachacos, de rectificar ese concepto se encargó una...
El viento se convertía en murmullo contra las hojas de los cañaverales y contra los techos semipelad...
Así como el sueño de los hambrientos está poblado de apetitosas viandas, misia Cruzanita Romero vaga...
Un hombre cabalgaba al sur una mañana de 1898. El hombre se llamaba Tulio Varón. Montaba un caballo ...
Se tendió sobre el prado, bajo la sombra de un árbol, tal como lo habían hecho otras personas. Mient...
Iba descalzo y tenía la cabeza rapada. Metió una mano en el bolsillo del pantalón y volvió a contar ...
La cabaña, propiamente dicha, estaba construída a cuatro metros sobre el nivel de la arena. No le fa...
Poco después de que Eladio Roa murió, todo el mundo habló de él durante varios meses. En realidad n...
No recuerdo si usaba zapatos, solo que era una época difícil para la familia. Una racha de mala suer...
Los grandes hombres de acción tienen una falla en la que radica su fuerza y su perdición: creerlo to...
Demasiado terco para percibir el paso del tiempo, Alejandro Obregón ha logrado que su furiosa vitali...
Estaba sentado, entre el umbral y el patio, pensando en la lluvia. La lluvia, siempre la lluvia.Pero...
Copia digital. Valladolid : Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, 2009-201
Tiempo de guerras perdidas. La novela de la memoria I. José Manuel Caballero Bonald. Anagrama, Barce...
Cuando Ataulfo salió a la calle, libre ya de todas las enfadosas discusiones que lo habían tenido oc...
Si alguna vez existió rivalidad entre costeños y cachacos, de rectificar ese concepto se encargó una...
El viento se convertía en murmullo contra las hojas de los cañaverales y contra los techos semipelad...
Así como el sueño de los hambrientos está poblado de apetitosas viandas, misia Cruzanita Romero vaga...