Huellas de animales en el entorno del castillo

Es una edificación defensiva ubicada en el valle del Río Guadalquivir, sobre una colina de unos 647 metros de altitud, en la ladera del cerro Cabeza de la Viña (948 m), que forma parte de las estribaciones de la Sierra de Segura. La colina se emplaza dentro del embalse del Tranco de Beas, por cuyas aguas queda aislada cuando éste se encuentra a su máxima capacidad. Los restos que se conservan actualmente corresponden a un recinto amurallado de los siglos XI-XII, de planta poligonal, del que se mantienen en pie, parcialmente, tres de sus lados. En uno de ellos, el mejor conservado, se localiza una torre, que mantiene tres plantas y a la que se accede por la segunda, desde el adarve de la muralla. En la tercera planta se abre una saetera. Se construyó proyectado hacia el interior del recinto, lo que merma su capacidad defensiva al eliminar la posibilidad de flanqueo desde la torre. Al sur se observan restos de una construcción adosada a la anterior, de planta rectangular y construida en mampostería. En el extremo norte, debido al hundimiento del terreno, pueden observarse los restos de lo que parece haber sido un aljibe de gran tamaño, con acceso desde el interior de la torre. (SALVATIERRA et al.). Toda la construcción está realizada en hiladas de pequeña mampostería trabada con mortero de cal. Este castillo, junto con la torre de Bujarcaiz, tenía como función la vigilancia y el control del camino llamada Collado de los Almendros de Cazorla, hoy parcialmente cubierto por las aguas del embalse, que discurría paralelo al río Guadalquivir por el pie de monte de la Sierra de las Lagunillas. El camino se bifurcaba al norte de Bujaraiza, siguiendo en dirección norte (Beas) y noroeste (Hornos y La Puerta de Segura), hasta unirse a la Vía de Levante (ESLAVA GALÁN, J. 1989, 1999)